lunes, 17 de agosto de 2009

Rodando teatro, Un filme sobre tablas

Festival de teatro Escénica


Por: Claudio Araya Silva


El unipersonal protagonizado por Germán Rodríguez de la compañía Rodando teatro de Argentina, es una obra llena de evocación, subjetividad y sutileza.

De las sombras de un escenario prácticamente vacío resuena la voz del narrador que se encargará de llenar de imágenes este espacio abriendo las puertas al universo subjetivo y cotidiano de un hombre en silla de ruedas.

Primer plano. Luz cenital y un rumor constante, una voz ahogada y nasal, un sujeto absurdo nos relata, embelezado, el universo subjetivo que lo conmueve. “Plano general: conductor y ciclista entran a cuadro: Llantas que se gastan pero ninguna huella”.

Un paseo por el mundo subjetivo de un cineasta independiente en medio de un conflicto artístico, “no sabe si es convencional o es inviable”. Un recorrido, cebollento y a toda velocidad, en una silla de ruedas sin frenos, por algún lugar del mundo bonaerense.

Cien planos por minuto, palabras que no paran de ser disparatadas. Mientras tanto, algunas risotadas resuenan, el público disfruta de ser bombardeado de imágenes hipnóticas. La mirada de Rodríguez se convierte en los ojos que miran la ruta y se encargan de sentarnos en el lado del copiloto del Torino.

El excelente recurso del detalle dentro de la obra, esta lejos del lenguaje cinematográfico, en tanto que el espectador es quien recurre a su propio bagaje para reconstruir la historia.

Rodríguez, también co-autor del texto teatral, se convierte en un hábil hipnotizador de la vertiginosa obra, en tono de “road theatre”, es una obra delirante, un espectáculo sensorial.

martes, 2 de diciembre de 2008

La lolita de Humbert Humbert


Por: Claudio Araya S.

Dos lecturas y lenguajes distintos. Uno fruto de la representación de la realidad y otro de la abstracción. No podemos poner sobre la misma tabla de valores estas dos obras independientes, conectadas por una historia, no sirve la simple comparación. A pesar de que ambos cine y literatura siempre han estado juntos, nunca han sido equivalentes, en las adaptaciones y en el mismo proceso de elaboración, el cine se ha hecho de las herramientas de la literatura, pero no de la sonoridad, el ritmo y la subjetividad.

Considero que ambos lenguajes se complementan constantemente, la nueva literatura asume formas cinematográficas para narrar. Mundos llenos de acciones concretas que no reparan en metáforas ni laberintos psicologícos. Casi como guiones literarios para una obra cinematográfica. Ya Eisenstein, advertía que desde la literatura de Dicken se formulaban las primeras ideas de montaje ideológico, utilizando escenas en paralelo para narrar subtramas y elevar la substancia drámatica de sus historias; también anunciaba que el Greco en su pintura emulaba los primeros gestos de montaje escénico. El cine se apropia del movimiento, de la representacion viva de los espacios, del sonido, del transitar por el espacio, declara la existencia del tiempo. Una película se inicia con una idea que se convierte en guión literario este describe acciones que llevan consigo una historia. Consecuentemente la literatura esta presente en el cine desde el inicio, las más diversas obras literarias han sido adaptadas. Como del teatro se aprende la dramaturgia, de la literatura se extraen los personajes, los parajes e historias que dan inicio a una película, sobre una pseudo obra literaria esta fundado el pilar más importante del cine pero no la obra en sí. El constante intercambio como en el resto de las artes es parte de lo contemporáneo.

Más años para Lolita

A sus sesenta y cinco años, Lolita, el personaje enigmático de Vladimir Navokov, no deja de ser una de las obras más polémicas de la literatura americana de los años cincuenta. Relato provocador cuyo lenguaje hoy no deja de ser el mito de la narración erótica. Aparece como la más completa y fascinante de sus novelas. En su época encarnó una fuerte crítica a la sociedad norteamericana y sus alardes de liberalismo.

Lolita es un ejemplo intrigante dentro de la novela psicologíca. Plasma la evolución emocional de los personajes a partir de su reflexión interior, y en el caso de Humbert Humbert, también involucra en su constante autoevaluación el diagnóstico de su enfermedad. Lo que desata muchas preguntas sobre quien es el verdadero narrador y quien el narrado. Ya que el mismo H.H. hace las veces de recapitulador de la historia de Lolita.

Quién es entonces el que conjetura, Navokov desde el punto de vista del autor analiza al personaje o es el mismo H.H. el que realiza esta pesquiza. Existe una suerte de mimetismo linguístico entre la voz del autor y la voz del personaje. Lo que sin duda genera una sensación de extrañeza en el relato.

Navokov cuenta la historia de Humbert Humbert, un sujeto ortodoxo, profesor de literatura inglésa. Recién llegado a Estados Unidos, que decide pasar un verano en Ramsdale, New Hampsire y que gracias al embrujo que le produce Lolita, decide refugiarse en casa de la viuda Charlotte Haze.

H.H. de mediana edad es interpretado en el filme de Stanley Kubrick por James Mason, mientras que el objeto principal de sus fantasías es interpretado por Sue Lyon. El refinado Humbert contrae matrimonio con la madre de Lolita con tal de no dejar de lado a su preciada ninfula. En la novela, la niña tiene doce años, en el filme por la censura debe representar una niña de catorce. Sue Lyon tenía dieciséis cuando realizó el filme.

Pronto H.H. comienza a fantasear con la muerte de su nueva esposa, el destino se anticipa y da muerte a la señora Haze, atropellada por un automóvil mientras huía desesperada, luego de haber descubierto los escritos de H.H. donde la describía como un “gran vaca” y meticulosamente detallaba el amor que le tenía a su amante imaginaria y secreta, Lo.

Después de este episodio, totalmente agradecido, decide llevar a Lolita lejos, en un viaje por Estados Unidos. La rescata del campamento Q., la inicial de Quilty, allí parece haber aprendido algunos secretos del sexo. El viaje siguiente es el que Kubrick aprovecha y convierte en un Road Movie a través de los parajes norteamericanos más diversos, donde se relata la vida cotidiana del nortemericano de clase media. Al parecer escritor y cineasta coinciden en retratar un capitalismo pobre, enfermo y consumista.

En este largo viaje son seguidos e interpelados constantemente por Clare Quilty un artista vanguardista de éxito, que peculiarmente tiene los mismos instintos de Humbert Humbert y quien se convierte en su más dura competencia.

Quilty, gran manipulador, convierte a H.H. en un paranóico. A estas alturas, no es capaz de reconocer en todos los personajes que se presentan a lo largo del camino, a la misma figura de Quilty (o guilty) disfrazado. Kubrick aprovecha este recurso magistralmente, y me atrevo a decir que es el inicio de lo que en su posterior filme Dr. Strangelove or how I learned to stop worrying and love the bomb, se convierte en su sello, la multiplicación de personajes, representado por un mismo actor, destacable para una narrativa cinematografía poco acostumbrada a estos juegos. En Lolita, Kubrick, transforma a los personajes femeninos de la novela y no disimula en presentar a Peter Sellers en multiples facetas. El juego se establece como verosímil dentro de la película, Quilty (Sellers) es mostrado en diversas escenas con personalidades distinas, y Humbert Humbert, no despierta a la realidad. Al final de la historia, es tan claro el engaño que él sólo llega a sentirse avergonzado de su tontería. Quilty se ha reido de él. H.H. Asesina a Quilty por haberle quitado el amor y haberlo humillado, busca a lolita, pero ella le confiesa que nunca lo amo, y que quien realmente despertaba algo en ella era Quilty.

Lolita, abre las puertas a la madurez fílmica de Kubrick. Peter Sellers encarna distintos oscuros personajes, ironicos como el mismo relato, aquí se muentra su gran interés por las potentes y criticos de una sociedad a su vez, desglosa un universo de arquetipos, basados en Clare Quilty, todos estos hombres son el mismo, multiplicando una vez más la dimensión de la ficción dentro del relato, (la ficción dentro de la ficción). Ante los ojos ciegos de H.H. ambos personajes aunque confrontados, poseen una gran similitud, simpatizan de los mismos juegos, persiguen los mismos objetivos conviertiendose en espejo el uno del otro.

Nos encontramos ante un hombre que construye sobre su recuerdo un personaje de sí mismo, tan minuciosa y exahustivamente que reconocemos su sufrimiento, nos mezclamos con él, pero es tan real como podría ser la existencia de Lolita. Lo curioso es que H.H. es acusado de asesinato, no de su pasado con las nínfulas.

Estamos ante un realismo que destaca los hechos de forma meticulosa y que paralelamente establece un vínculo estrecho entre los eventos y la situación psicológica del narrador, una meticulosa descripción que narra la presencia de Humbert Humbert e incluye un autoanálisis, tan ajustado y detallado como el de un analísta. Este mecanismo casi psicoanalitico se contradice con las declaraciones del autor quien no simpatiza con las teorías del Dr. Freud. Sin embargo, el mismo Humbert Humbert es quien no deja ninguna posibilidad de refutar las teorías que él hace sobre sí mismo. Se conoce suficientemente bien como para que alguien aporte nada nuevo. En este caso estamos ante un relato resuelto a priori por el personaje que se mezcla constantemente con la voz del narrador. Una de las característica muy resaltable de la poetica de Navokov. Podremos comprobar que la novela posee diversos niveles de interpretación, grandes juegos lingüísticos, que nos llevan cada vez más cerca de simpatizar con H.H.

La aparición de la figura de Annabel en el relato, nos propone principalmente un pasado que está marcado por la pérdida, primero de su madre y luego del amor más importante de su vida. H.H. intenta revivir incansablemente en la figura de sus ninfulas a este personaje anclado en el recuerdo, una vez más, la figura de la reconstrucción subjetiva salta a la vista, en este caso reforzada por el amor inconcluso. En esta figura parece representarse el tiempo y la constante necesidad de encapsularlo, revivirlo múltiples veces, función que por cierto es fundamental en el cine. El cine ha resuelto en su forma más pura la disyuntiva del tiempo, presenta el pasado y el futuro en un sentido completo. Es capaz de ser repetido infinitas veces. La muerte ya no es la misma.

Siguiendo esta línea de análisis, Nabokov logra una obra de arte con su novela, con la habilidad de mostrar como objeto estético el relato de un personaje empesinado con el joven cuerpo de la ninfula, intentanto detener el tiempo, tratando de impedir que ella crezca, o intentando evitar que el recuerdo de Annabel crezca, mientras se concentra en esta tarea cae enamorado y no tiene la habilidad de escapar, esta condenado a desaparecer y a ser devorado inevitablemente por el tiempo, sin embargo, el tiempo no logra destruir la imagen de la ninfeta.

Nabokov en Lolita, consigue una novela brillante desde el punto de vista de la estilística y de su conjunción con la psicología. Así destaca, en el desarrollo de la historia, la figura de la muchacha Annabel. El propio Humbert confirma que en Annabel nace Lolita y que la muerte de la primera se transformó en un barrera para concretar cualquier relación amorosa posterior. H.H. hábilmente descarta cualquier juicio que no sea el suyo propio para salir absuelto de su “enfermedad”.

LA NIMPHETE EN NORTEAMERICA
El que Lolita, mantuviera una relación sexual con su padrastro, un escritor maduro de mediana edad, sería una de las excusas para que cinco editoriales rechazaran la publicación de la novela de Nabokov. El autor de la obra sabía de lo controversial de la novela e incluso llegó a calificarla como “una bomba de tiempo” para luego esconder el manuscrito. La editorial Olimpia Press publicará el libro de Nabokov. Esta era conocida por la publicación de libros censurados cuya tónica llegó a catalogarse de pornográfica. Pese a los inconvenientes de esa época, la crítica literaria coincide en calificar a Lolita como un relato cautivante, mezcla de tragedia y comedia. La atención se agudizó luego que el novelista Graham Greene lo nombrara uno de los tres mejores libros de 1955. Lolita hizo millonario a Navokov.

La idea de la nimphete a pesar de ser una palabra intraducible sugiere una preadolescente sugestiva. Entre los límites de los nueve y los catorce años. Ella revela a ciertos hombres, dos o tres veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza no humana, sino nínfica, demoníaca, embrujadora.

Lolita o Lo, como la llama Humbert Humbert en la novela, personifica la imagen de la niña-mujer quien recoje algunos preceptos que Navokov hace del nuevo continente. Exhuberante, joven e impredecible como también torpe y consumida por las modas superficiales.

Estas referencias ya eran anticipadas por la pintura de Edward Hopper, empesinado en reflejar una norteamérica decadente envuelta en la cotidianeidad solitaria, que concuerda con los relatos de Valdimir Navokov. Ambos coincidieron en fijar su mirada en un fuerte realismo, escogieron a Nueva Inglaterra y se abocaron a una síntesis de la visión figurativa de la realidad hundidas en el silencio, reales y metafísicas a la vez. Un ejemplo de esta ligación se encuentra en las pinturas interiores en hoteles de paso, (Hotel Room 1931) idénticos espacios que visitarán Lolita y H.H. en su travesía por norteamerica.

La destacada novela fue llevada al cine en dos oportunidades; la primera por Kubrick en 1962 y la segunda por Adrian Lyne en 1997. Kubrick, convenció a Vladimir Nabokov no sólo para que aceptase vender los derechos de su novela, sino para que fuese él mismo quien adaptase el guión. La primera versión de Navokov era para una película de 9 horas. La película fue un escándalo e intentaron boicotearla exhortando a no asistir a la sala, lo que únicamente provocó que la cinta fuese un éxito.

Por otro lado, Lolita en el cine, logra ser a nivel estético un retrato irónico de una joven sociedad norteamericana complaciente con la modernidad y lo kitsch en primera fila. Este ya clásico del cine, resalta los grandes estremos pasionales que vivien los personajes, una característica que distingue a Kubrick como director.

Se ha dicho que la relación Humbert-Lolita puede entenderse como una forma de perpetuación de la idea eurocentrista por conquistar a la seductora y joven América. Prefiero pensar que solo es una gran historia de amor.

domingo, 10 de febrero de 2008

El cine y la muerte

"El cine ha resuelto en su forma más pura la disyuntiva del tiempo, presenta el pasado y el futuro en un sentido completo. Es capaz de ser repetido infinitas veces. La muerte ya no existe."

...es un extraño mundo....


Hace unos meses en el festival de Venecia, se exhibió el último filme del controvertido y enigmático director David Lynch, Inland Empire. Lynch proviene del mundo de la pintura del cual nacieron sus primeros experimentos cinematográficos en forma de cuadros animados, en cuyo espacio plástico juega, y se eleva para llevarnos a un nivel onírico y simbólico, a partir de texturas, colores y sonidos. Sin embargo, a diferencia de otros directores como Alejandro Jodorowvsky, Lynch rehuye a un sentido jungeano, o arquetípico, en el que tarde o temprano podremos encontrar una pista o explicación de los elementos representados. Este director busca más bien provocar la sensación de desorientación en el espectador, intentando pienso yo, atrapar lo que el director de teatro Samuel Beckett llamó lo “inenarrable” o “los actos sin palabras”.

Terciopelo Azul es una película múltiplemente comentada, odiada y amada por los críticos. En 1986 la Mostra di Cinema di Venecia rechazaba el film alegando escenas casi pornográficas. En ese momento el filme suscitó inmediatamente la curiosidad de más de un crítico antes de su estreno.

Lynch definía en ese momento parte de una estética que más adelante sería común denominador de una cinematografía que refleja la reunión de lo familiar con lo siniestro. Schelling definió lo unheimlich “siniestro” como todo lo que estando destinado a permanecer en secreto ha salido a la luz. Esta parece haber sido la tarea más encomendada en el trabajo de Lynch.

A diferencia de otros títulos como Carretera Perdida, Mullholland Drive o su primer largometraje Cabeza Borradora, Terciopelo Azul es una película menos ambivalente; sin embargo, no deja de encerrar presencias ominiosas y significados nebulosos que hacen sin duda aún más atractivas sus obras.

En el plano estético, autores como el pintor Francis Bacón quedan invocados en los espacios más oscuros. Un ejemplo de ello está en el reiterado uso de las cortinas, como texturas pero también provocando la sensación de que hay algo oculto detrás de ellas. Así emerge como un paralelismo el estudio de Bacon sobre los cardenales pintados por Velásquez, que motivan a pensar en el horror detrás de…, de lo no develado. En Terciopelo Azul también podemos ver el interés por el pintor norteamericano Edward Hopper de quien rescata las escenas simétricas, llenas de soledad y vacío, que en contraste alojan una cierta belleza retratando la vida norteamericana de los 50s, quizás pensando en la singularidad del escenario mundano en el que se mueve Jeffrey Beaumont el personaje principal del filme.

El constante subrayado de esta aparente tranquilidad en los suburbios norteamericanos repletos de una especie de hipocresía llena de colores, es al mismo tiempo acosada por eventos extraños e inusuales. A pocos metros de allí subyace “el horror”, los insectos devorándose así mismos, habitando el mismo pasto en que están plantados los hermosos tulipanes amarillos de la toma inicial.